ORUGA PROCESIONARIA

Las orugas procesionarias son lepidópteros, más conocidos como mariposas y se desarrollan por metamorfosis. En su etapa adulta las conocemos como polillas, que nacen en verano y son nocturnas. Ponen de 100 a 300 huevos agrupados en lo alto de los pinos, las larvas nacen entre los 30-40 días y se alimentan de las acículas de los pinos. 

En la parte más soleada del árbol forman sus nidos, salen para alimentarse y regresan al nido al atardecer. En esta fase ya tienen los pelos urticantes que caen y quedan en suspensión en el aire, provocando urticaria o irritación en oídos, nariz y garganta, y hasta puede provocar reacción alérgica en seres humanos. 

No debemos tocarlas porque producen urticaria y son peligrosas en niños. Pasan en el árbol 6 a 9 meses y entre febrero y abril bajan por el tronco hasta el suelo siguiendo una fila para protegerse, por eso se las llama procesionarias. En cabeza va siempre una hembra y dejan un rastro de feromonas para no perderse. Emprenden su camino para buscar un lugar donde enterrarse y pasar a la siguiente fase de crisálida hasta el siguiente verano, cuando nacen como polillas y en los 2 a 3 días que viven vuelven a poner los huevos en lo alto de un pino. 

En España apareció con la reforestación de pinares y pese a lo peligrosas que nos puedan parecer, son necesarias para el ciclo biológico, ya que sirven de alimento para los pollitos y para aves adultas como el mirlo y también cuando son polillas. 

Hemos de tener precaución, por el hecho de que son altamente urticantes y muy peligrosas en animales.  Igual que un niño pequeño lo tocaría con las manos para ver qué es, un perro o gato lo hace con la nariz y la lengua. Sus pelitos tienen una toxina llamada Thaumatopina, que es irritante, urticante y sube la temperatura corporal. 

Lo que produce en nuestros animales al clavarse en las mucosas del animal y liberar sus toxinas es lo siguiente: 

- Está nervioso o agitado, respira de forma acelerada. 

- Frota la cara contra superficies o nosotros 

- Inflamación de la lengua, llegando a no caber en la boca, y de los belfos (morro) - Exceso de saliva y jadeo al dolor y los nervios 

- Dificultad respiratoria, los pelos pueden llegar a la glotis 

- Si se traga la oruga habrá vomito, pero aun así es muy peligroso Lo principal es irnos de la zona de orugas inmediatamente y correr a un centro veterinario, si puede ser un hospital. 

Mientras llegamos al centro vigilaremos la respiración constantemente y lavaremos la zona con agua, si puede ser caliente o tibia mejor porque desactiva las toxinas. 

El perro no debe tragar el agua para poder expulsar los pelos de la oruga, nos puede ayudar una jeringa echando agua por los laterales de la boca del animal hacia delante. Nunca frotaremos para no romper los pelos y liberar más toxinas. La aplicación de frío también nos ayudará a reducir la velocidad de la inflamación una vez lavada la zona. 

Es importante llevar siempre un botiquín cuando salimos con nuestros perros, y previa consulta con nuestro veterinario llevar Urbason, un córtico de acción rápida. Nuestro veterinario nos puede enseñar a poner una inyección subcutánea que es muy fácil de realizar. 

Esto no nos solucionará el problema, pero nos dará tiempo, sobre todo si somos de los que nos adentramos en la montaña y tardamos más de lo esperado en llegar al centro veterinario. Las secuelas después de sufrir este accidente dependen de la zona del contacto, de como haya sido este contacto y en la rapidez de como actuemos desde que se produjo. Lo primero que se ve es una erosión de la zona que llega a ulcerarse y más tarde se necrosa, es decir, el tejido se muere, llegando a poder perder la lengua en caso de que esa sea la zona de contacto.

Una vez en el veterinario, determinaran el tratamiento más adecuado para su caso y es recomendable que se queden hospitalizados para poder valorar su evolución y actuar rápidamente en caso de complicaciones. 

Así que frente a los peligros de las orugas llevaremos encima un botiquín, si puede ser un termo con agua caliente y si vemos pinos con nidos no dejaremos de vigilar donde pone el hocico nuestro amigo